No había retomado el blog desde que
los chicos de Rondo Blaugrana me
dieran la oportunidad de sumarme a su proyecto, y es ahora cuando decido darle
uso escribiendo sobre cualquier cosa, no necesariamente del Barcelona ni de
basket. Lo hago así y ahora porque tengo la imperiosa necesidad de escribir
unas palabras sobre unos señores que saben que han dado mucho a un país pero
que quizá no sepan tan a ciencia cierta que también han dejado huella en muchos
más aficionados. Hablo de la Generación
Dorada argentina, por supuesto.
Los "querés" matar cuando los
"tenés" delante, pero es imposible no sentir admiración. No son
muchas las selecciones que han sido capaces de mirar a los ojos a los
estadounidenses, retarles y competir sin complejos, y ellos lo lograron. Ayer
por unos instantes nos recordaron esta sensación, cuando en un arranque de
orgullo y descaro se marcharon 10 arriba contra USA al comienzo del partido.
Pero ayer ya no daba, los veteranos ya no soportan tanta carga, los secundarios
bajan el nivel y la falta de centímetros en la pintura condiciona sobremanera.
Llevaba años siendo así, pero la personalidad
de equipo campeón le ha seguido haciendo un equipo competitivo en todas las
circunstancias.
Es una generación la que se acaba de muchos ilustres
nombres, los que seguían y los que ya lo habían dejado, pero uno destaca por
encima de todos. Cuando uno ve al banquillo de Estados Unidos de pie
aplaudiendo a Manu Ginóbili cuando
era sustituido por última vez en Argentina en señal de respeto, eso que
cuesta horrores ganarse a un no americano en la NBA, se da todavía más cuenta
de lo que significa Manu en este deporte.
Personalmente debo decir que ha sido mi jugador fetiche, ese al que escogía en
el Fantasy Draft del NBA 2K en primera o segunda ronda porque quería manejar el
balón como él, defender como él y tomar decisiones como él. Pero él es único.
Le tengo especial aprecio porque admiro su trayectoria, marcada por dar siempre
pasos oportunos en cada momento. Siento predilección por los jugadores que no
dejan las cosas a medias en Europa y luego se van a la NBA. Casi todo lo bueno que se puede decir de esta selección se puede trasladar a su equipo en la NBA, los Spurs, que han marcado una época con un estilo reconocible con una gran influencia del baloncesto europeo. Puede ser irracional, pero del trío mágico de los texanos mi favorito siempre ha sido Manu, por encima de Parker e incluso Duncan aun sabiendo que Tim es más para el baloncesto que Ginóbili, pero esto va por gustos. Vamos, que el mejor de los tres ha sido Duncan pero disfruto más con el argentino.
Mis primeros recuerdos de baloncesto FIBA al fin y al
cabo nacen casi en paralelo al nuevo milenio, en esa época en la que él
lideraba la mítica Kinder de Bolonia de
Ettore Messina. Imposible olvidar la final ganada a Baskonia en ese formato
de Playoff que tanto añora el técnico transalpino. Y esa primavera-verano de
2002, en la que otro genio llamado Dejan Bodiroga le privó primero de la
segunda Euroliga consecutiva (en casa y en formato F4) y luego del Mundial de Indianapolis, un torneo al
que la albiceleste llega a la final tras vencer a USA, Brasil y a la Alemania
de Nowitzki antes de verse las caras con Yugoslavia en la final. Es el famoso
mundial en el que Divac declaraba que “España no les ganaría ni con 10 Gasoles”
justo antes de perder contra el equipo de Imbroda.
A propósito de Gasol, Manu Ginóbili también se lesiona
en esa semifinal del Mundial tal como le sucedería a Gasol en el de 2006 (justamente
ante Argentina), lo que le hizo jugar tan solo 12 minutos en la final ante los
balcánicos, que se llevaron el partido en la prórroga en un final polémico
donde los argentinos siempre pidieron una falta sobre Sconochini al final de
los 40 minutos. Su voluntad de jugar a pesar de la imposibilidad fue algo digno
de alabar.
Tuvieron la revancha dos años después en los Juegos Olímpicos de Atenas, un torneo
que parecía hecho a la medida de España de no ser por la pesada broma de los
americanos de pasar cuartos de su grupo y cruzarse en cuartos, batiendo
finalmente a los de Pesquera. En semifinales Ginóbili no tuvo piedad de ellos y
tras eliminar a la anfitriona Grecia también se deshizo de USA con 29 puntos,
para luego batir a Italia en la final.
Fue el mayor logro de la Generación Dorada, que a
partir de ahí fueron alternando más sus presencias, sumando nuevos efectivos y
encontrándose con un rival superior al margen de los temidos Estados Unidos. No
sabemos si ese triple de Nocioni que
escupió el aro de España en la semifinal del Mundial 2006 hubiera cambiado la
historia, pero a partir de entonces Argentina se convirtió en la tercera en
discordia, justo por detrás de estadounidenses y españoles. Los JJ. OO de 2008
y 2012 son meridianos al respecto, donde todo el mundo apostaba a una final
entre ellos, quedando además Argentina encuadrada en el cruce de semifinales
ante los inaccesibles americanos, quitando así casi cualquier posibilidad de
final. Bronce en 2008 ante Lituania y cuarto puesto en Londres tras perder ante
Rusia. Los problemas físicos privaron a Ginóbili de los Mundiales de 2010 y
2014.
Este es un adiós extensivo a otros jugadores argentinos
que lo dejan o lo dejarán, porque queda bastante claro que se acaba
definitivamente un ciclo. Nunca he sido demasiado de Carlos Delfino, al menos en comparación con otros compañeros, quizá
porque es el menos argentino de los argentinos de esta generación, pero su
muñeca pasará a la historia del basket del país sudamericano. Ojalá pueda
acabar su carrera de una manera digna, respetado por las lesiones. Andrés Nocioni, de “3” o de “4”, da
igual, es puro ADN argentino. Lo odias cuando lo tienes de rival porque pega,
protesta, ríe sarcásticamente etc, pero es un tesoro en tu equipo, un sinónimo
de competitividad. Luis Scola dice
que de momento no lo deja, en otro gesto más de un jugador entregado a una
causa que ya no tiene futuro, pero que muy posiblemente se acabe produciendo si
quiere seguir jugando a buen nivel NBA durante algún año más.
Atrás quedan Oberto, Prigioni, Pepe Sánchez,
Sconochini, Herrmann, Kammerichs, Wolkowisky, Montecchia, Leo Gutiérrez y un no
tan largo etcétera, jugadores todos ellos caracterizados por una gran personalidad
y un enorme sentido del colectivo. Hablamos de una generación única que va más
allá del talento. Este grupo de jugadores son inolvidables.